Al llegar a la madurez, se cree que las personas deben adquirir su total equilibrio: están ya situadas afectiva y laboralmente, las grandes crisis de identidad han quedado como un recuerdo de juventud y el futuro se presenta estable. Este equilibrio, sin embargo, es con frecuencia sólo una ilusión.
Como cualquier otra época de la vida, la edad adulta está también llena de conflictos y problemas, a veces más intensos y angustiosos que nunca. Por ello, un adulto acude a consulta cuando ve que todos los intentos que él mismo ha hecho por mejorar, han fracasado.
¿Qué síntomas son indicativos para acudir al psicólogo?
- Apatía, pérdida de interés por las cosas
- Tristeza, melancolía, ganas de llorar
- Trastornos del sueño
- Decaimiento, fatiga, cansancio
- Culpa, pesimismo, desesperanza
- Sentimiento de incomprensión y aislamiento
- Baja autoestima, sentimientos de inutilidad
- Aumento o disminución del peso
- Bajo rendimiento de las funciones cognitivas superiores, dificultades de concentración
- Ideación suicida
¿En que consisten y como transcurren las sesiones de terapia?
Preocupaciones como el no saber por dónde empezar, los miedos o reticencias a ser juzgado o no comprendido y pensamientos como “yo no estoy loco para esto” son resistencias que las personas que acuden a la consulta expresan en los primeros momentos y que, sin embargo, corresponden a sentimientos naturales que pueden dificultar el comenzar a cuidarse y luchar por uno mismo. El poder aceptar estas resistencias, permitirlas y atravesarlas como si de una cortina de humo se tratase, hace posible experimentar la satisfacción de encontrarse ante un ejemplo de relación verdadera y sincera (la relación terapeuta-paciente).
- Ansiedad
- depresión
- Duelos
- Fobias
- Dolencias psicosomáticas (dolores de espalda, estomago, etc.) que son de origen psicológico y no físico.
- Trastornos de alimentación.
- Trastornos del sueño.
- Malestar emocional inespecífico.
- Trastornos adaptativos.
- Etc..
No esperes a tocar fondo, contacta con tu psicólogo.