Terrores nocturnos infantiles, en qué consisten

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Terrores nocturnos infantiles, en qué consisten 

¿Qué son los terrores nocturnos?

Terrores nocturnos

Como su nombre indica los terrores nocturnos son un acontecimiento que sucede durante la noche, asociado a una de las fases del sueño, es decir, se trataría de un tipo de trastorno del sueño, que en este caso afecta principalmente a los niños, y consiste en una vivencia terrorífica que lleva a quien la padece incluso a gritar y despertarse angustiosamente, y que tiene como característica destacable que desaparece espontáneamente con el tiempo.

Generalmente surge a una edad temprana, entre los tres y los siete años, tiene mayor incidencia entre los niños, y presenta la peculiaridad de que, al igual que surge sin que exista ni medie causa aparente, desaparece sin precisar para ello ninguna intervención farmacológica o terapéutica; es por ello que algunos profesionales lo han asociado a un aspecto madurativo del cerebro.

La gravedad de los terrores nocturnos no se encuentra tanto en el hecho en sí mismo, sino en las consecuencias que puede tener sobre la salud del menor la interrupción repentina y repetida del sueño durante la noche. El número de veces que se produce a lo largo de la semana, las lesiones que pueda sufrir el niño al golpearse contra muebles u objetos o al caerse de la cama, o los síntomas asociados, van a indicar la gravedad del trastorno y, con ello, la necesidad de tomar medidas para evitar esos efectos secundarios.

Síntomas y manifestaciones de los terrores nocturnos

Varios son los síntomas característicos de estos terrores durante el sueño, pero el principal es precisamente la vivencia de imágenes y sensaciones terroríficas durante la noche, que van acompañadas de una gran excitabilidad e hiperactividad por parte del menor, en ocasiones con verbalizaciones o gritos, e interrupción brusca del sueño.

Esta sintomatología, a pesar de ser más habitual entre los niños, se puede producir también en adultos, sin que sea necesario que éstos la hayan experimentado durante su infancia o adolescencia, y en su caso aparece sobre todo cuando se encuentran sometidos a fuertes tensiones emocionales asociadas al estrés, o bien como la consecuencia indeseada de una importante ingestión de alcohol.

Los síntomas más frecuentes asociados a los terrores nocturnos son los siguientes:

  • Vivencia del terror nocturno con imágenes y sensaciones desagradables.
  • La duración de los episodios suele oscilar entre 2 y 40 minutos como máximo.
  • Se produce una activación del niño, con respiración acelerada, sudores y taquicardia.
  • En ocasiones, habla o grita durante el episodio de terror nocturno.
  • Puede gemir, sollozar, e incluso llorar aunque siga dormido.
  • Se mueve en exceso, lo que le puede ocasionar lesiones por golpes o caídas.
  • Los episodios suelen empezar a primera hora de la noche, tras acostarse.
  • Al día siguiente el pequeño no tiene conciencia de lo sucedido.
  • Cuesta mucho despertar al niño en mitad de un episodio y, cuando se consigue, puede llegar a agredir a quien le despierta, no recordando lo que estaba viviendo, y mostrando desorientación y confusión.

Diagnóstico de los terrores nocturnos

Antes de poder establecer un diagnóstico de los terrores nocturnos hay que descartar otros fenómenos con sintomatología parecida como son:

  • Las pesadillas. Aunque su contenido sea similar al de los terrores nocturnos, éstas se producen durante la fase REM o MOR, es decir, la fase de la ensoñación, de la que es fácil despertar al niño, el cual narrará detalladamente su vivencia.
  • Somniloquio, que consiste en emisiones de sonido asociado a ensoñaciones, pero no va acompañado de la activación fisiológica del pequeño.
  • Movimientos rítmico, ya sea de la cabeza o de todo el cuerpo, como si se meciese, acompañado de sonidos guturales; éste se produce normalmente de los seis meses a los dos años.

Cuando los terrores nocturnos se producen en adultos, además hay que explorar y descartar que se deba a la ingesta de sustancias, o debido a alguna de las siguientes patologías:

Una vez descartadas las patologías anteriores, se puede establecer el diagnóstico claro de trastorno del sueño por terror nocturno, sabiendo que éste se puede producir incluso durante el día, por ejemplo durante la siesta.

Tratamiento de los terrores nocturnos

Entre las causas probables de este trastorno del sueño, está la base genética, al considerarse hereditario, así como haber padecido fiebres, tener acumulada falta de sueño, o haber vivido recientemente situaciones de estrés, que pueden desencadenar estos terrores. Incluso se ha llegado a indicar que se puede deber a una inmadurez del cerebro que con el tiempo se corrige, de ahí que los terrores desaparezcan sin previo aviso.

Actualmente no se dispone de tratamiento ni farmacológico ni terapéutico específico para los terrores nocturnos, debido a que de momento se desconoce cuál es el origen y la función del problema, por lo que únicamente se ofrecen consejos acerca de cómo mejorar la calidad del sueño y, con ello, esperar a que no aparezca el pavor nocturno, como también se le conoce.

A pesar de lo dicho, se puede establecer un tratamiento farmacológico adecuado para paliar los síntomas asociados a los terrores nocturnos, atendiendo a la gravedad del caso; así, también es recomendable enseñar, mediante psicoterapia, a regular los niveles de estrés del niño y a hacer frente a las tensiones diarias, para que éstas no se acumulen y afloren durante la etapa del sueño.

Consejos para prevenir los terrores nocturnos

Los consejos que se dan para prevenir los terrores nocturnos, son los mismos que para cualquier otra alteración del sueño; es decir, lo que se busca con estas recomendaciones es que el pequeño consiga conciliar el sueño plácidamente, eliminando para ello cualquier elemento que pueda excitarle y activarle antes de irse a la cama, ya que ello va a incrementar la posibilidad de sufrir terrores nocturnos.

Consejos para los padres:

  • Aprenda a distinguir entre los terrores nocturnos y las pesadillas y, si tiene alguna inquietud sobre a qué se debe el problema de su hijo, acuda al especialista.
  • No trate de despertar al niño mientras sufre el episodio de terror nocturno, ya que puede mostrarse violento con quien le despierta.
  • Recuerde que su hijo no está sufriendo, y que al día siguiente no se acordará de lo ocurrido.
  • Quite cualquier objeto que pueda estar cerca de la cama y separe ésta un poco de la pared, para evitar que se pueda lesionar cuando se mueva.
  • No demuestre su preocupación por lo que está viviendo su pequeño, porque éste lo notará y pensará que está haciendo algo mal, pudiendo así aumentar su nivel de ansiedad.

Consejos para mejorar la calidad del sueño del niño:

  • Evite las cenas inmediatamente antes de acostarse, e intente que éstas sean ligeras.
  • Deje que su hijo exprese todas sus preocupaciones y las experiencias que quiera compartir para evitar que se acumulen y puedan desencadenar algún tipo de problema.
  • Procure que el niño realice una actividad relajante antes de dormir, por ejemplo leyendo un cuento, y evitando ver la televisión o jugar con videojuegos en las últimas horas de la tarde.
  • Darle un baño con agua templada antes de acostarse.
  • Cuando tenga edad para ello, acostúmbrele a que escriba en un diario las actividades que tiene que hacer al día siguiente, de forma que no le vaya a preocupar el olvidarse de algo.
  • Mantenga una regularidad en cuanto al horario de sueño, procurando que diariamente duerma ocho horas como mínimo.

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